Operadores cuestionados y contrato al filo

Bogotá atraviesa una crisis de recolección de residuos que se refleja en calles saturadas de bolsas, contenedores desbordados y proliferación de vectores. Las quejas ciudadanas aumentan mientras el servicio no responde con la frecuencia y cobertura esperadas.
El esquema vigente desde 2018 —con cinco operadores privados en áreas exclusivas— vence en febrero de 2026 y su prórroga ha sido frenada por la autoridad regulatoria. La administración distrital prepara planes de choque y alternativas para evitar una emergencia sanitaria.
El modelo actual reparte la ciudad en cinco zonas operadas por empresas privadas, bajo supervisión de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP). La Comisión de Regulación de Agua Potable (CRA) ha objetado técnicamente la propuesta de prórroga presentada por la Alcaldía, que buscaba continuidad mientras se abría un nuevo proceso.
La negativa de la CRA ha obligado al Distrito a diseñar un plan de transición que podría incluir competencia abierta si no se logra un nuevo acuerdo regulatorio. La Alcaldía reconoce retrasos, puntos críticos persistentes y la necesidad de ajustar frecuencias, barrido y limpieza de espacio público.
La Contraloría abrió indagaciones por presunto detrimento relacionado con contenedores y fallas operativas, mientras varios barrios reportan acumulación de residuos y malos olores. Las lluvias agravan el problema al obstruir alcantarillas con desechos mal dispuestos.
En paralelo, recicladores alertan por la caída de ingresos y la falta de incentivos para el aprovechamiento. Colectivos realizaron acciones públicas para visibilizar su papel en la cadena y reclamar mejores condiciones.
El relleno sanitario Doña Juana sigue siendo el único sitio de disposición final de la capital. Su operación y vida útil han sido objeto de revisiones técnicas, con compromisos de control de vectores y cobertura de celdas.
Entidades locales han anunciado operativos adicionales de recolección, aumento temporal de flota y ajustes de rutas en sectores con mayor acumulación. También se insiste en la correcta separación en la fuente para reducir el volumen que llega a Doña Juana. Expertos advierten que, sin un rediseño del esquema y metas de aprovechamiento más ambiciosas, la ciudad repetirá ciclos de acumulación y contingencias sanitarias en época de transición contractual.
Bogotá enfrenta semanas decisivas: la definición regulatoria y la ejecución de un plan de choque marcarán si la ciudad supera la crisis o se acerca a una emergencia. Las medidas requieren coordinación fina entre regulador, operadores y autoridades. Mientras tanto, la ciudadanía pide soluciones medibles y transparencia en tiempos y resultados. El tema sigue en desarrollo.



