Microempresas concentran el 84,7% de trabajadores informales
El DANE define la informalidad laboral desde dos perspectivas complementarias. Para los trabajadores asalariados, se considera informal a quien no está afiliado al sistema de seguridad social, que incluye salud, pensión y demás componentes. En el caso de los trabajadores independientes, la informalidad se determina cuando laboran en unidades productivas clasificadas como pertenecientes al sector informal de la economía.
La diferencia entre las zonas rurales y urbanas es uno de los hallazgos más contundentes del informe. Mientras que en las 13 principales ciudades del país la informalidad se ubicó en 41,6%, en los centros poblados, zonas rurales y dispersas el indicador alcanzó el 83,4%. Esta brecha de más de 40 puntos porcentuales evidencia las profundas desigualdades en las condiciones laborales según la ubicación geográfica.
El análisis por género también arroja datos relevantes. Contrario a lo que podría esperarse, la informalidad es mayor entre los hombres que entre las mujeres. El 57,4% de los trabajadores varones se encuentra en condición de informalidad, mientras que entre las trabajadoras el porcentaje es del 51,6%, una diferencia de casi seis puntos porcentuales.
El panorama regional muestra marcadas disparidades entre ciudades. Sincelejo lidera el ranking de informalidad con 69,1%, seguida por Montería con 66% y Valledupar con 65,4%. Cúcuta y Riohacha completan las cinco ciudades con mayores índices, registrando 62,8% y 60,9% respectivamente. Todas estas ciudades están ubicadas en la región Caribe o en zonas fronterizas.
En el extremo opuesto, Bogotá presenta la tasa más baja de informalidad con 33%, seguida por Manizales con 36,5% y Tunja con 38,5%. Medellín y Pereira completan el grupo de ciudades con mejores indicadores, registrando 39,5% y 41,9% respectivamente. La capital del país tiene una tasa de informalidad que es menos de la mitad que la de Sincelejo.
El tamaño de las empresas emerge como un factor determinante en los niveles de informalidad. Las microempresas presentan una tasa alarmante del 84,7%, lo que significa que prácticamente nueve de cada diez trabajadores en estas unidades productivas se encuentran en condición de informalidad. Esta situación contrasta dramáticamente con las empresas medianas y grandes.
En las empresas medianas, la informalidad se reduce drásticamente al 5%, mientras que en las grandes empresas alcanza apenas el 2,6%. Esta correlación inversa entre el tamaño empresarial y la informalidad sugiere que las empresas más consolidadas tienen mayor capacidad y disposición para cumplir con las obligaciones laborales establecidas por la ley, ofreciendo mejores condiciones a sus empleados.
Los datos del DANE confirman una mejora sostenida en la formalización laboral colombiana, con una reducción acumulada de 4,2 puntos porcentuales desde 2021. Sin embargo, el camino hacia la formalización completa aún es largo, especialmente en zonas rurales, ciudades intermedias de la región Caribe y microempresas.
Los desafíos futuros incluyen cerrar las brechas geográficas, apoyar la formalización de las microempresas y continuar fortaleciendo los mecanismos de inclusión al sistema de seguridad social. La tendencia actual es positiva, pero requiere políticas públicas focalizadas para acelerar el proceso en los sectores más vulnerables del mercado laboral.
