Laura Vega, maquilladora de 28 años, resultó herida en el brazo en plena calle 109 con carrera 15, en medio de una persecución policial a ladrones en Bogotá
En plena tarde del jueves 13 de noviembre, el norte de Bogotá fue escenario de un nuevo caso de bala perdida. En la calle 109 con carrera 15, a pocas cuadras del centro comercial Unicentro, una persecución de la Policía Metropolitana contra dos presuntos delincuentes terminó con una ciudadana herida. De acuerdo con el relato oficial, los sujetos se movilizaban en moto y habrían intimidado con arma blanca a un hombre para robarle el celular, causándole heridas en las piernas antes de emprender la huida.
La víctima se llama Laura Vega, tiene 28 años y es maquilladora profesional. Ese día salió de su casa hacia las 2:20 de la tarde, caminando por la carrera 15 para visitar a una amiga que vive en el sector. Cuando se aproximaba a la esquina de la calle 109, sintió un golpe fuerte en su brazo izquierdo. En un primer momento pensó que se trataba de un roce, pero al revisarse descubrió un agujero en el antebrazo y abundante sangre en su ropa.
En paralelo, patrullas de la Policía perseguían a los presuntos ladrones que huían en motocicleta. Según explicó el teniente coronel Ricardo Chaves, comandante de la Estación de Usaquén, en medio del seguimiento habría ocurrido un intercambio de disparos después de que, al parecer, los delincuentes esgrimieran un arma de fuego. En ese cruce, una de las balas terminó impactando a la joven que transitaba por el andén, convirtiéndo lo que el oficial describió como un “daño colateral”.
Vega, aturdida, buscó refugio en la portería de un edificio cercano, donde residentes y vigilantes intentaron ayudarla mientras llegaban las autoridades. Allí fue donde comprobó que el proyectil había entrado y salido del brazo, dejando un orificio de entrada y otro de salida. Minutos después, uniformados de la Policía llegaron al lugar, le explicaron que estaban tras dos asaltantes y le sugirieron desplazarse en taxi hasta la Fundación Santa Fe, dado que la ambulancia podría tardar.
En la clínica, un equipo médico atendió la herida y elaboró una historia clínica en la que se registró “herida por arma de fuego por bala perdida en región posterior del antebrazo”, con un trayecto que, por fortuna, no comprometió vasos sanguíneos ni hueso. Tras varias radiografías, los especialistas confirmaron que la bala había salido del cuerpo y que, aunque la lesión era dolorosa, la joven no tenía compromiso funcional en la extremidad.
Mientras tanto, los policías que acudieron a la escena buscaron la vainilla del proyectil en la vía y, según la versión de la propia afectada, habrían logrado encontrarla. Ese elemento es clave para establecer responsabilidades, pues el análisis de balística permite identificar qué arma disparó la bala gracias a las marcas únicas que deja cada cañón. Pese a ello, la joven asegura que, cuatro días después del incidente, ni Fiscalía ni Policía Judicial se han comunicado con ella para recoger su testimonio de manera formal.
Laura Vega afirma que, desde el primer momento, les dijo a los uniformados que creía que la bala provenía de sus armas. “Yo sé que ustedes me dispararon”, recuerda haberles dicho; según su versión, los policías no lo negaron, pero tampoco lo admitieron. La Metropolitana de Bogotá, por su parte, insiste en que el caso está en investigación y que se adelanta una trazabilidad con cámaras de seguridad y peritajes balísticos para determinar quién accionó el arma.
El caso de Laura Vega, herida por una bala perdida en medio de una persecución policial en la calle 109 con carrera 15, pone de nuevo en el centro del debate el uso de armas de fuego en zonas residenciales del norte de Bogotá. Mientras la joven insiste en que el disparo provino de la Policía y las autoridades recalcan que todo sigue bajo investigación, la comunidad de Usaquén pide respuestas rápidas, claridad sobre lo ocurrido y medidas concretas para evitar que un nuevo intercambio de tiros en la vía pública deje más víctimas inocentes.






