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Trump evalúa castigo al estatus militar colombiano

Fuentes en Washington señalan que la administración Trump analiza quitar a Colombia la categoría de Aliado Mayor Extra-Otán, una figura clave en la cooperación militar

El desgaste de la relación entre Washington y Bogotá ha entrado en una fase crítica. Diversas fuentes diplomáticas citadas en la capital estadounidense confirmaron que la administración del presidente Donald Trump está considerando retirar a Colombia la designación de Aliado Mayor Extra-Otán (MNNA, por sus siglas en inglés), un estatus especial que el país obtuvo hace poco más de tres años, cuando el entonces mandatario Joe Biden decidió reconocer el carácter estratégico de la alianza con el gobierno de Iván Duque.

El sello de Aliado Mayor Extra-Otán no convierte a Colombia en miembro de la alianza atlántica ni implica compromisos de defensa colectiva, pero sí abre la puerta a beneficios concretos, como prioridad en la compra de excedentes militares, facilidades para acceder a ciertos equipos de defensa, participación en programas conjuntos de investigación y desarrollo, y la posibilidad de almacenar material bélico estadounidense en territorio colombiano, además de condiciones preferenciales para créditos destinados a seguridad.

Actualmente solo 21 países en el mundo ostentan esa categoría, entre ellos Japón, Israel, Egipto, Corea del Sur, Marruecos y Nueva Zelanda. En América Latina, el grupo es aún más reducido: Argentina, Brasil y Colombia son los únicos socios con ese nivel de reconocimiento, lo que ha sido interpretado en los últimos años como una señal de confianza estratégica en Bogotá dentro de la arquitectura de seguridad de Estados Unidos en la región.

La eventual retirada del estatus se entiende en círculos diplomáticos como una respuesta acumulada a varios choques entre Trump y el presidente Gustavo Petro, cuyas posturas sobre la política exterior de Washington han sido abiertamente criticadas. A los pocos meses de iniciar su segundo mandato, Trump decidió descertificar a Colombia en la lucha contra las drogas, argumentando que el país no cumplía las metas en reducción de cultivos ilícitos ni en la persecución a organizaciones criminales, pese a los históricos niveles de cooperación bilateral en ese terreno.

La descertificación vino acompañada de la suspensión parcial de ayudas financieras y militares, un golpe simbólico y operativo que en Bogotá fue leído como el fin de una etapa de confianza automática. Posteriormente, la tensión escaló cuando la Casa Blanca incluyó a Petro y a varios integrantes de su círculo cercano en la llamada lista Clinton, utilizada para sancionar a personas acusadas de tener vínculos con actividades criminales o de corrupción, y revocó la visa diplomática del mandatario, una medida pocas veces aplicada contra un jefe de Estado en ejercicio.

A estos episodios se sumaron nuevas fricciones por la negativa inicial del gobierno colombiano a recibir vuelos con migrantes deportados desde Estados Unidos y por las críticas de Petro a la posición de Washington en escenarios como Oriente Medio y el Caribe. Trump llegó a amenazar con imponer aranceles a productos colombianos y el mandatario colombiano, en respuesta, llamó públicamente a militares estadounidenses a no acatar “órdenes ilegales”, declaraciones que profundizaron la percepción de hostilidad en el corazón del poder en Washington.

En ese contexto, la posibilidad de que Colombia sea sacada de la lista de Aliados Mayores Extra-Otán se percibe como el siguiente peldaño en una escalada política que podría dejar huellas duraderas. Aunque no supondría un rompimiento formal de la relación, analistas en Bogotá y Washington coinciden en que el mensaje sería contundente: la alianza sigue siendo importante, pero la confianza en el actual gobierno colombiano está seriamente erosionada, y cualquier reconstrucción quedaría aplazada, al menos, hasta el cambio de administración en la Casa de Nariño.

Si la administración Trump concreta el retiro del estatus de Aliado Mayor Extra-Otán, Colombia perdería un privilegio que consolidó su papel como socio estratégico de Estados Unidos y reforzó su acceso a cooperación militar, financiera y tecnológica. Más allá del impacto inmediato en contratos o programas específicos, la medida confirmaría la profundidad del distanciamiento entre Washington y el gobierno Petro, y abriría un debate interno sobre cómo preservar la relación con el principal aliado de seguridad del país en medio de un clima de máxima tensión diplomática.

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