El proyecto contempla calzadas dobles, ciclorruta, amplios andenes y tres intercambios a desnivel para mejorar la movilidad regional entre Bogotá y la Sabana Occidente
Durante décadas, entrar o salir de Funza hacia Bogotá ha sido sinónimo de trancones interminables, filas de buses y vehículos particulares atrapados sobre corredores que no se ampliaron al mismo ritmo del crecimiento de la región. La situación se siente con especial fuerza en la Calle 13 y en la Calle 80, accesos que llevan más de medio siglo sin intervenciones estructurales de fondo y que hoy concentran buena parte del tráfico entre la capital y la Sabana Occidente.
Ante este panorama, Bogotá y Funza suscribieron un convenio interadministrativo para estructurar un nuevo corredor vial por la Avenida La Esperanza, pensado como un acceso alterno, moderno y con estándares de movilidad sostenible.
El acuerdo, firmado el 6 de noviembre entre el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) y la Alcaldía de Funza, permite adelantar las fases de prefactibilidad, factibilidad y estudios y diseños de una vía que superaría los 7,8 kilómetros de longitud.
La conexión arrancará en la Avenida La Esperanza, en el occidente de Bogotá, y se empalmará con la vía perimetral de Funza, generando un corredor directo que bordea el aeropuerto El Dorado y se integra a la red vial regional. El convenio estará vigente hasta diciembre de 2027 y contempla la creación de un comité técnico encargado de hacer seguimiento al avance de la estructuración.
De acuerdo con los estudios preliminares, el nuevo corredor contará con un perfil vial de 34 metros de ancho, distribuido en dos calzadas con dos carriles por sentido para el tráfico mixto.
La sección incluye una ciclorruta de tres metros, senderos peatonales amplios y un separador arborizado que funcionará como corredor verde. Además, se proyectan tres intersecciones a desnivel en puntos clave: el cruce sobre el río Bogotá, el paso por el humedal Gualí y la conexión con la vía Devisab, elementos diseñados para reducir conflictos viales y mejorar la seguridad.
Las cifras de movilidad ayudan a dimensionar la urgencia de la obra. En Funza, el 63 % de los habitantes depende del transporte público para movilizarse diariamente hacia Bogotá y otros municipios, mientras que el 22 % usa vehículo particular, el 9 % motocicleta y apenas el 4 % bicicleta.
Con corredores sobrecargados y oferta limitada de alternativas para la movilidad activa, los tiempos de desplazamiento se disparan, afectando la productividad, la calidad de vida y la competitividad de toda la Sabana Occidente.
Aunque el trazado se concentra principalmente en suelo funzano, el impacto del corredor será regional. Los municipios de Madrid, Mosquera, Bojacá y Facatativá, que hoy dependen casi por completo de la Calle 13 y otros accesos saturados, encontrarán en esta vía un nuevo eje para distribuir flujos de tránsito y mejorar la conexión con la capital.
La obra se articula, además, con otros proyectos estratégicos como la nueva Calle 13, la ALO Centro y el RegioTram de Occidente, consolidando un sistema multimodal de transporte en el borde occidental de Bogotá.
En lo local, la administración de Funza destaca que el corredor permitirá sacar parte del tráfico pesado del casco urbano, ordenar los accesos a zonas residenciales e industriales y aprovechar mejor la vía perimetral. La alcaldesa Jeimmy Villamil Buitrago ha insistido en que se trata de un paso concreto hacia “un futuro de movilidad más digno”, al reducir tiempos de viaje y liberar horas que hoy se pierden en los trancones para destinarlas a la familia, el estudio o el trabajo.
El convenio no implica todavía el inicio de obras, pero sí deja trazada la hoja de ruta técnica y financiera para que el proyecto quede completamente estructurado antes de 2027. En esa fase se definirán costos, cronogramas, modelo de financiación y mecanismos de participación ciudadana, así como los estudios ambientales necesarios, especialmente por la cercanía con el humedal Gualí y el río Bogotá.
La apuesta de las autoridades es que, con un proyecto maduro, se facilite la consecución de recursos nacionales, distritales y departamentales para concretar la obra en el mediano plazo.
El nuevo corredor vial de más de siete kilómetros entre Funza y Bogotá se perfila como una pieza clave para el futuro de la movilidad en la Sabana Occidente. Al conectar la Avenida La Esperanza con la vía perimetral, sumar ciclorruta, andenes y pasos a desnivel, y articularse con proyectos como la nueva Calle 13 y el RegioTram, esta iniciativa se convierte en una alternativa real a los históricos trancones del occidente de la capital. Para los lectores que buscan información sobre el proyecto Avenida La Esperanza, el corredor Funza–Bogotá, la congestión de la Calle 13 y las nuevas obras de acceso a Bogotá, este desarrollo representa uno de los anuncios de infraestructura más importantes de los últimos años en Cundinamarca y el Distrito.






