Sin licuados milagrosos: expertos priorizan agua, fibra y hábitos que limpian el organismo
El concepto de “desintoxicación” se popularizó entre retos virales y batidos extremos, pero la ciencia aclara que el cuerpo ya cuenta con filtros naturales: el hígado, los riñones, el intestino, la piel y los pulmones. Más que seguir modas, desintoxicar el organismo significa potenciar esos sistemas mediante prácticas simples que reduzcan la carga de sustancias irritantes como el alcohol, el exceso de azúcar, los ultraprocesados y la falta de hidratación. Un “reset corporal” no es privación: es volver a lo básico para dejar que el cuerpo recupere su equilibrio natural.
El primer paso, el más subestimado y efectivo, es el agua. Tomar entre 6 y 8 vasos al día mejora la función renal, acelera la eliminación de toxinas y ayuda a regular la temperatura, el transporte de nutrientes y la digestión. Añadir alimentos ricos en fibra como avena, papaya, piña, manzana, espinaca o chía favorece el tránsito intestinal, disminuye la inflamación y contribuye a una limpieza continua del colon. Infusiones como jengibre, diente de león o té verde (sin azúcar) son aliados suaves que acompañan el proceso sin reemplazar su pilar: hidratación + fibra.
También hay herramientas fisiológicas: moverse. Una caminata diaria de 30 minutos o rutinas ligeras activan la circulación y estimulan la transpiración, uno de los mecanismos que usa la piel para depurar. Dormir 7–8 horas es otro gran “detox nocturno”: durante el sueño el cerebro y los órganos coordinan procesos de reparación y eliminación de residuos metabólicos. Priorizar comidas frescas, reducir la sal y aumentar vegetales de hoja verde, sumado a respiraciones profundas para oxigenar, convierte al estilo de vida en un sistema de limpieza sostenible.






