Senado y Cámara toman rumbos opuestos
La sesión conjunta de las comisiones económicas comenzó marcada por la previsibilidad. Desde los primeros minutos, los distintos sectores políticos dejaron claro que la posibilidad de un acuerdo unánime era prácticamente inexistente. La jornada se convirtió en una repetición constante de discursos, advertencias y señalamientos, al punto de que un senador de Cambio Radical la calificó como “el festival de la verborrea”, una muestra del desgaste que acompañó el trámite del proyecto.
En el Senado, los argumentos para hundir la reforma se centraron en dos aspectos: el riesgo de que los nuevos ingresos terminaran cubriendo gastos de funcionamiento y nómina del Ejecutivo, y el posible impacto negativo de crear más impuestos en un contexto económico complejo. Para muchos legisladores, el Gobierno no logró convencer de que la reforma fuera necesaria ni urgente en este momento.
Por su parte, en la Cámara la narrativa fue distinta. Los representantes destacaron que el Ministerio de Hacienda había recortado varias de las medidas más polémicas, como los impuestos a combustibles, lo que generaba un escenario más aceptable para avalar el proyecto. Esta visión, sin embargo, no fue suficiente para contrarrestar el rechazo casi total del Senado.
La figura del “archivo digno” surgió como consecuencia directa de esta fractura institucional. En términos legislativos, se refiere a proyectos que no avanzan ni se hunden de manera clara, pero cuya imposibilidad de concertación entre las cámaras los deja sin futuro. No es una derrota absoluta ni un triunfo para nadie: simplemente, un cierre sin responsables visibles.
El choque se hizo evidente cuando la Comisión Tercera de la Cámara votó en contra del archivo, mientras que la Comisión Cuarta no contó con el quórum necesario para respaldar al Senado, que sí había votado mayoritariamente por hundir la iniciativa. Esta falta de sincronía dejó el trámite en un limbo técnico.
El Gobierno, que aspiraba a que esta reforma fuera el vehículo para asegurar recursos y disminuir presiones fiscales en 2026, enfrenta ahora un escenario adverso. Sin ley de financiamiento, deberá buscar alternativas por fuera del Congreso o reconfigurar su estrategia legislativa para una última ventana de oportunidad antes de terminar el año.
El debate quedó suspendido hasta la próxima semana, aunque en los pasillos del Capitolio pocos creen que la reforma pueda revivir. El ambiente político es tenso, el Senado está predispuesto al archivo y el Gobierno intentará evitar más sesiones para impedir que se consolide un hundimiento formal que pueda ser capitalizado por la oposición.
Todo indica que la reforma tributaria del Gobierno Petro cerrará su ciclo legislativo sin aprobación y sin una derrota formal explícita. El “archivo digno” aparece como la salida más probable ante un Congreso dividido y un ambiente político desgastado, especialmente en el Senado.
De cara al presupuesto de 2026, el Ejecutivo deberá definir nuevas rutas para financiar el déficit fiscal. La falta de consenso en el Congreso se convierte en un obstáculo clave para la agenda económica del Gobierno, que tendrá menos margen para maniobrar en los próximos meses.






