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Maduro pide paz a Trump: “Yes peace”

El despliegue militar en el Caribe intensifica la tensión

En medio de una escalada militar sin precedentes recientes en el Caribe, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, lanzó un inusual mensaje de paz dirigido al mandatario de Estados Unidos, Donald Trump. Durante una marcha oficialista en Caracas, el gobernante venezolano pidió a los pueblos de ambos países “unirse por la paz del continente” y dejar atrás lo que calificó como “guerras eternas” e “injustas”. Sus palabras se producen mientras buques, aviones y tropas estadounidenses se despliegan en la región bajo el argumento de una operación antidrogas.

Maduro, acompañado por una multitud de jóvenes que marchaban en respaldo a su gobierno, reiteró que Venezuela no busca un enfrentamiento directo con Estados Unidos. “No a más guerras eternas, no a más guerras injustas, no más Libia, no más Afganistán, que viva la paz”, afirmó ante las cámaras, marcando un contraste entre el discurso bélico que atribuye a Washington y su insistencia en proyectar una imagen de “gobierno ocupado en la paz”. El mensaje, pronunciado en pleno centro de Caracas, fue presentado como una respuesta humanitaria frente a la posibilidad de un conflicto prolongado en la región.

Maduro respondió en inglés: “My message is: Yes, peace! Yes, peace!”, en una frase que buscó sintetizar el tono conciliador de su intervención. El mandatario insistió en que su prioridad es “gobernar con la paz” y no “con la guerra”, a pesar de que su administración ha denunciado reiteradamente una supuesta amenaza de invasión por parte de Estados Unidos. El contraste entre la retórica de confrontación y el llamado a la paz refleja la compleja estrategia comunicacional de Caracas en medio del pulso geopolítico.

Detrás de estas declaraciones se encuentra un escenario militar cada vez más tenso. Desde mediados de agosto, la Casa Blanca ordenó un despliegue de gran escala en el Caribe y el Pacífico, que incluye un portaaviones, numerosos buques de guerra, aviones de combate e infantería de Marina, con un contingente total de unos 15.000 militares. Washington sostiene que se trata de una operación contra el narcotráfico y acusa al Gobierno venezolano de estar controlado por el llamado Cartel de los Soles, designado como organización terrorista. Caracas rechaza estas acusaciones y denuncia que el verdadero objetivo es promover un cambio de régimen.

En el marco de estas operaciones, las fuerzas estadounidenses han llevado a cabo al menos 20 ataques contra embarcaciones presuntamente vinculadas al tráfico de drogas en el Caribe y el Pacífico, con un saldo de unas 80 personas fallecidas, según la información divulgada. El caso más reciente, revelado por el Pentágono, ocurrió el lunes, cuando cuatro personas murieron tras la destrucción de su bote por unidades militares de Estados Unidos. Paralelamente, se ha reportado que el gobierno de Trump estudia planes para atacar instalaciones vinculadas a la cocaína dentro de Venezuela, aunque la propia administración ha reconocido ante el Congreso que aún no existe una justificación legal para acciones directas en territorio venezolano.

Mientras tanto, Venezuela ha respondido con una movilización interna que combina fuerzas regulares y milicias civiles. Las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB) cuentan con unos 123.000 integrantes, a los que se sumarían, según Maduro, más de 8 millones de reservistas voluntarios organizados en milicias populares. Expertos militares, sin embargo, han cuestionado tanto la cifra como el nivel real de entrenamiento y equipamiento de estos contingentes, advirtiendo que una confrontación directa tendría altos costos humanos y materiales para el país sudamericano.

Los ejercicios militares se han repetido en distintas regiones de Venezuela, con prácticas que incluyen simulacros de defensa costera, despliegue de artillería y organización de milicias en zonas urbanas y rurales. El gobierno los presenta como una demostración de “unidad cívico-militar” frente a lo que califica como “agresión imperial”, mientras que la oposición interna y parte de la comunidad internacional los observan con preocupación, temiendo una mayor militarización de la vida cotidiana y una posible escalada de incidentes en la frontera marítima y terrestre.

En paralelo, desde Washington, el secretario de Defensa Pete Hegseth anunció la operación Southern Spear (Lanza del Sur), sin ofrecer detalles sobre las misiones específicas que realizarán las unidades desplegadas. A través de su cuenta de X, Hegseth aseguró que la misión busca “expulsar a los narcoterroristas del hemisferio” y “proteger a la patria de las drogas que están matando a nuestra gente”, al tiempo que recalcó que el hemisferio occidental es “la vecindad de Estados Unidos” y que será defendida. Ese lenguaje refuerza la narrativa de seguridad nacional que sustenta el despliegue, al tiempo que eleva la tensión política y militar con Caracas.

En este nuevo capítulo de la confrontación entre Venezuela y Estados Unidos en el Caribe, el llamado de Nicolás Maduro a la paz convive con un despliegue militar que mantiene en alerta a la región. Mientras Washington insiste en que la operación en el Caribe y el Pacífico tiene como objetivo frenar el narcotráfico y presionar al Cartel de los Soles, Caracas denuncia una amenaza de invasión y moviliza tropas y milicias. En medio de discursos cruzados y maniobras militares, la estabilidad del continente y la posibilidad de una salida diplomática siguen en el centro del debate internacional sobre la crisis entre Maduro y Trump.

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