Declaraciones incrementan tensión diplomática bilateral entre ambos países
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró el lunes 17 de noviembre desde la Oficina Oval que estaría dispuesto a destruir laboratorios de cocaína en territorio colombiano. El mandatario estadounidense aseguró que lo haría con orgullo si considera que es necesario para salvar vidas estadounidenses, aunque aclaró que no ha tomado una decisión definitiva al respecto.
Las declaraciones se produjeron durante una rueda de prensa en la Casa Blanca, donde Trump también abordó su estrategia contra el narcotráfico en América Latina. El presidente afirmó que Colombia mantiene fábricas activas donde se produce cocaína, en un tono que sugiere la posibilidad de acciones directas en territorio sudamericano.
El presidente colombiano Gustavo Petro respondió rápidamente a través de su cuenta de X, destacando que durante su administración se han destruido 10.366 laboratorios de producción de cocaína. El mandatario sugirió que el secretario de Estado Marco Rubio no ha informado adecuadamente a Trump sobre los esfuerzos antinarcóticos colombianos.
Durante su intervención en el Despacho Oval, Trump fue interrogado sobre su ofensiva contra el narcotráfico en el continente. El mandatario estadounidense respondió con contundencia: “Colombia tiene fábricas de cocaína donde se produce la droga. ¿Destruiría yo esas fábricas? Lo haría con orgullo, personalmente. No he dicho que lo vaya a hacer, pero estaría orgulloso de hacerlo”.
El presidente estadounidense extendió sus comentarios hacia México, señalando que también estaría dispuesto a aprobar ataques militares en ese país para frenar el tráfico de drogas. “¿Lanzaría ataques en México para detener el tráfico de drogas? Está bien para mí. Lo que sea necesario para detener las drogas”, declaró Trump ante los periodistas presentes.
Estas declaraciones se enmarcan en una estrategia más agresiva de la administración Trump contra el narcotráfico latinoamericano. Desde mediados de agosto de 2025, Estados Unidos ha desplegado fuerzas militares en el Caribe y el Pacífico, incluyendo destructores y el portaviones USS Gerald R. Ford, con aproximadamente 4.000 efectivos.
Según reportes oficiales, las operaciones estadounidenses han resultado en el bombardeo de 21 embarcaciones presuntamente vinculadas al narcotráfico, con un saldo de más de 80 personas muertas. Estas acciones han generado críticas de varios gobiernos latinoamericanos, particularmente de Colombia, cuyo presidente ha calificado los bombardeos como asesinatos injustificados.
La relación bilateral entre Colombia y Estados Unidos ha experimentado su punto más tenso en décadas. El gobierno de Trump descertificó a Colombia como cooperador en la lucha contra el narcotráfico y posteriormente incluyó al presidente Petro en la Lista Clinton, que agrupa a individuos vinculados con el tráfico de drogas o financiamiento del terrorismo.
Las sanciones impuestas incluyen el bloqueo de activos de Petro y restricciones comerciales para Colombia. Trump ha calificado previamente a Petro como “líder del narcotráfico” y anunció el fin de la ayuda financiera estadounidense al país sudamericano, marcando un giro abrupto en las relaciones que históricamente habían sido de cooperación estrecha.
La situación se complica además por las diferencias en las estrategias antinarcóticos. Mientras Trump promueve una ofensiva militar directa, el gobierno de Petro impulsa su política de “Paz Total”, que busca negociaciones con grupos armados. Esta divergencia de enfoques ha alimentado las tensiones y las acusaciones mutuas entre ambos gobiernos.
Los expertos en relaciones internacionales advierten que estas declaraciones podrían afectar significativamente la cooperación regional en materia de seguridad. La posibilidad de intervenciones militares unilaterales estadounidenses en territorio latinoamericano genera preocupación sobre la estabilidad política del continente y el respeto a la soberanía nacional de los países involucrados.
Hasta el momento, no existe confirmación de operaciones militares inminentes en territorio colombiano o mexicano. Sin embargo, la postura endurecida de Washington y el despliegue militar en el Caribe mantienen abierta la posibilidad de un escalamiento en las tensiones diplomáticas y potenciales acciones directas en la región.






